martes, 10 de noviembre de 2009

Reloj

Cada instante en mi pesa como delirios por causa de la fiebre y suelen pasar por mi mente como quien ve los avances del próximo capítulo de una novela favorita, así desencadenan los sucesos de una existencia sin sentido y quien con seguridad a cada palpito trata de hacer coro con las manecillas de un reloj que acorde a su frialdad no se detiene cuando el dolor agudiza.


Solamente resta pensar y quedar en silencio, o quedar en silencio y no pensar en nada mientras las horas tratan de pasar por mí, lentas o rápidas, eso depende de la intensidad del silencio, o de las ganas de amanecer, no sé, el fin es que el silencio termina siendo el común denominador de mi soledad.


Con toda seguridad hago real aquella canción que desde tu partida me obligo a oír “Yo miro tu retrato pero no me hablas, yo contigo vivo pero no me amas”[1] de nada vale estar en casa tejiendo y destejiendo las hilazas de un amor que repentinamente y sometido al fuego del olvido se esfumo ante nuestras miradas, aquella mirada frívola que hoy desde tu retrato inmortalizo en mi mente, aquellas palabras de maldad también, que me gritabas sin motivo alguno y hoy hacen eco en las sucias y viejas paredes de mi cuarto.


Lo más triste del abandono, creo, no son las horas sin sentido que golpean palmo a palmo el cinismo de mis recuerdos, no, es en cambio un estúpido reloj de cuerda que con desespero asfixia mi pensar y me obliga a una histeria incontrolable con la que termino destruyendo lo que tu rabietas dejo salvo. Un tic para los cuadros y un tac para las ventanas, un tic para tu recuerdo y un tac para mi tranquilidad; un tic para la rabia, la soledad y el abandono, y un tac para el amor, la esperanza y tu llegada , y todo el tiempo es tic – tac, tic – tac, tic – tac, tic – tac, tic – tac, tic – tac, tic – tac, tic – tac, tic – tac, tic – tac, tic – tac, tic – tac, tic – tac, tic – tac. ¡No más! El silencio es realmente insoportable cuando no es perpetuo y prolongado, las horas son insoportables si tu recuerdo martilla mi cabeza dejando cráteres como la luna.


No quedándome más opción, me dirijo a la ventana y al mejor estilo de un descerebrado, juego con las formas de las estrellas en el cielo, lo hago por lapsos prolongados de tiempo, hasta que los pies se me ponen morados y las manos se entiesan de dibujar y desdibujar constelaciones en mi ventana, así que al parecer el camino que me queda es dormir.


Soportar un día mas no me hace sentir un ganador, sospechosamente estoy allí sonriendo como un payaso, mientras caen lagrimas negras por mis mejillas, lagrimas negras, que hermosa canción, y comparto el paradigma de aquel interprete, “si un jardinero de amor, siembra una flor y se va, otro viene y la cultiva, ¿de cuál de los dos será?[2] Hay, hermosa flor, solamente si te hubieses dejado cortar, y enfrascar en un jarrón, podría estar en éste instante admirando tu belleza, pero que idiota, quien me dijo que la vida era justa o que realmente el amor existe… en fin, un día mas y solo pienso en ti.


Al cumplir dos largos meses desde tu partida o algo así como 5’374.771’200.000[3] de tic y otro número igual de tac creo necesario una vida nueva, me dispongo a hacer del mundo, un clásico derroche de amores e intimidades, tu recuerdo siempre latente en mi pecho, asegurándome que como yo te amé difícilmente volveré yo a amar, y con el desvarío de la certeza que aquel reloj de mi pared, hará recordar cada resto de vida en que no estarás a mi lado.


Juan David Ortiz Q.

[1] Gilberto Santarosa, pero no me amas
[2] Canción Lágrimas negras del compositor Miguel Matamoros.
[3]
Meses
Días
Hora
Minutos
Segundos
1 mes
30 dias
720
1036800
5374771200000

1 dia
24 horas
1440
5184000


1 hora
60 minutos
3600



1 minuto
60 segundos