lunes, 23 de agosto de 2010

Miradas




Traicionado por las miradas,
Motivado por la estupidez,
Giro mi cabeza una y otra vez con el fin de mirarle y que me mire,
Lo hago para confirmar si esta hay… si esta para mi… pero no está.

Su concentración en las inútiles estructuras, en los modelos lingüísticos, en sí,
Prefiere perder su mente en bosques talados,
Prefiere privar su mirada en el blanco de los contradictorios,
Prefiere solo no mirarme.

Escurridizas miradas entre sus ganas y las mías,
Fastidiosas palabra, incomodas correcciones,
Que si gramática, que lengua, que si habla,
Solo una lengua que me interesa… la suya…
Solo un enigma que no le atañe… el mío…

Para el fin de la clase, las palabras de rigor,
El saludo, la despedida, la confusión,
Toma mi mano y la aprieta entre la suya,
Le miro… y me mira,
Solo adiós…

Juanito....

martes, 17 de agosto de 2010

Isabela...

Isabela de las dudas camina por la calle ante la lluvia escurridiza de las miradas de la gente, siempre desnuda, siempre descarada, siempre falaz, nunca amada. Camina como lo suelen hacer las diosas de la noche, como la luna y los desvelos, como solíamos hacerlo en las calles de chapinero, siempre en busca, al acecho, con hambre… con hambre pero con clase, nunca su astucia le permite comprobarle al mundo lo que de ella se habla, siempre urbana, nunca feliz.
Isabela de la noche y de multiformes pensamientos, aromas a tabaco y desorden, Isabela de los besos, hasta nunca, hasta siempre, solo Isabela del adiós.

Los recuerdos se decoloran en mi mente, alguna vez existió una tal. Buscando a Isabela en su desorden, en mi desorden en el de lee. No está. Isabela del olvido, del abandono, del destinte. Como olvidar sus pluricromos pensamientos, sus tacones, su splash, siempre la elegancia, siempre la filosofía, Bumbury y los malditos. Malditos franceses, hicieron de Isabela una diosa del odio, un asco del mundo, una idiota carcajada a la literatura y su perfecta conjugación del verbo to be… maldita.

Maldita y bendita, amada y odiada, Isabela de mis amores, ocultamente me agraciaba oírle hablar ingles, siempre perfecta, siempre intachable, incorregible, no me molestaba, no la olvidaré, aunque siempre fue asqueroso pensar que sabia más que yo. Isabela platónica, idealizada, deseada.

Como te amo, como me haces falta, ni el maldito viejo farol de Buenos Aires me permite olvidarte, ni Malena y el asma de su viejo bandoneón hace entender porque no te saco de la cabeza, Isabela perpetua, Isabela nunca jamás.

Tal vez allá desde el país de las maravillas rodeada de tulipanes prostitutitas y bocadillos de coca recuerdes a quien siempre te quiso, a quien admiro de lejos tu literatura. A quien enseñaste la existencia de un mundo inédito y hasta el momento desconocido para los intelectuales, noches en las que baso mi forma de escribir, mi forma de enseñar, mi forma del mundo, claro sin censura.
¿Cuéntame cómo son las calles de Luxemburgo en tu próximo viaje Isabela gray? Ya que como Basil haward estoy condenado a ver que nunca envejeciste conceptualmente, o al menos en mis conceptos, tras el retrato de tus escritos, explícame en una de tus próximas postales ¿como la niña mala dejo de ser intrépida a mi gusto y pasa a ser la niña yo no fui.

En fin Isabela, te amo, y me duele, me duele no amarte como siempre, no hacerlo como antes, no me explico, porque hasta nunca se acorto tan pronto. Porque me dueles en el olvido, porque me siento satisfecho si no te veo, hoy estoy seguro que si lee estuviera leyéndome, me diría algo parecido, Lourdes en la tienda, siempre maniática, desolada, aislada, pretendiendo imitar a Isabela de la noche... pero ni Lourdes ni Isabela volverán… es ferpecto…

…… o …… ¿tú qué piensas Lee?