Las voces en el cuarto luchan las unas por callar las otras, cada uno de ellos subía el tono cuando sentían perder la atención de sus pequeños e hipócritas grupos, cuando sentían que sus estúpidas y malintencionadas sonrisas se estaban apagando, porque cada letra les sonaba con dialectos tan extraños, que nadie allí se atrevía a entender.
Pasan sin sentido las horas y nadie resuelve entender al ajeno, solo hay miradas subversivas de un amor siniestro, que por inspiración de las letras y los números, se convierte en odio; todos saben que el otro los necesita para subsistir, porque esa es su tarea en el mundo y es precisamente eso lo que los impulsa a sentirse sicarios en el recinto.
Un sobrio olor a tinto invade y armoniza el espacio, todos lo notan y le temen, es aquel látigo justiciero y domador, que usan para aplacar la furia de las bestias; él llega y el silencio consigo impera como un común denominador, él llega y el silencio ataca con decoro la cobardía de sus débiles voces, él llega y el silencio noquea los odios en el aula de clase.
Peace and love my brother….
Juanito…
22
Hace 3 años
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