jueves, 18 de junio de 2009

Soledad...



Suena el despertador tratando de hacer su mejor esfuerzo, anuncia que un nuevo día comienza, y que muy seguramente su recuerdo me castigará, como siempre, y me hará pasar el peor de los días, un desayuno crudo, una ducha helada, mucha ropa sucia, nada en mí puede resultar peor.Me desespera el implacable frío de la ausencia, que hoy día pretende acabar con mi tranquilidad y exterminar de mi rostro las sonrisas. Intento salir de mí, escapar de mis recuerdos, darle una patada en las huevas a esta estúpida soledad, pero me resulta difícil voltear y mirar a mi alrededor, siendo conciente que aquí no hay nadie más... sólo yo.Continua girando el mundo, los segundos, los minutos, las horas, todo el tiempo se confabula en mi contra y no dejan en mi espacios de tranquilidad. Como cada nuevo mes, hago un inventario de las pocas cosas de valor que me quedan en éste mal trajeado lugar, miro con cautela las sobras de mis muebles que las ratas aun no han querido consumir, que mas da, lo que sea lo agarro y lo llevo resignado a la prendería, resulta emocionante salir a ver el mundo.¿para que mas preguntas sobre lo que pudo ser? Como si mirarme al espejo no fuese suficiente castigo para mi alma, no... no mas preguntas sin respuestas, no mas esperar un beso que nunca va a llegar a terminar con ésta angustia, no mas relojes que marcan inconscientes las malditas horas que llevo sin ti, no mas rencores encubados de malos pasos con fines de venganza, no mas espejos que burlan mi realidad y resaltan la cara de payaso, no mas.Enciendo un cigarrillo, uno especial, uno mío, él cigarrillo; tal vez con él la angustia pase, tal vez sin él vivir me resulte inútil, tal vez no vuelva, quizá sea la peor decisión, tal vez, tal vez, tal vez... no importa. A pasos agigantados me enfrento cara a cara con la muerte, siento que la angustia cesa y los dolores pasan, que eternos resultan los instantes en los que no pienso en ti; que bien se siente no extrañarte, no amarte, no necesitarte, aunque solo sea por breves cinco o diez minutos.Hora del almuerzo, aclaro al mundo mi tragedia, tu no estas. Busco como un desesperado algún tipo de artificio comestible que me ayude a recuperar la talla, nada en las lacenas, nada en el horno, un pedazo de pan duro tirado bajo la mesa, aunque tengo la sospecha que es de alguien mas, por las diminutas mordidas, muchos chicles pegados en el marco de mi puerta... nada decente para comer. Acudo al sueño, así ni el hambre ni los recuerdos debilitan mi cuerpo.Por fin y tras una larga espera cae la noche, ella acompañada por la descarada belleza de la luna, me anuncia que he superado la prueba, un día mas conmigo sin volverme loco, y haciéndole frente al abandono caigo en llanto sobre la desteñida alfombra de mi apestosa sala, pierdo conciencia de mí, solo me sumerjo en profundos sueños sin regreso.Un nuevo amanecer, un día mas sin ti, un nuevo mes para extrañarte, mas desayunos crudos, ropas sucias, duchas heladas, panes duros, deliciosas inquilinas robándome el mercado de la mesa, apestosos rincones de sombras desabridas, complejos viajes narcóticos, fastidiosas lagrimas de dolor, estúpidos espejos, malditos relojes, acecinas lunas, ésta es mi vida desde que tu no estas para rodearla de sentido.
*En la foto: Juan David Ortiz (yo). fotografía cortesía de Isabel Bohórquez.

1 comentario:

  1. Con seguridad cuanto mas nos sintamos solos es porque no somos capaces de aceptar quienes nos rodean, Juan me encanta como escribes, y si te soy sincero lo extrañaba….
    Alejandro…

    ResponderEliminar